17 de nov. de 2013

Doctores tiene la Iglesia

Cuando iba dejando atrás mi infancia y mi adolescencia, y comenzaba a barruntar preguntas sobre la religión cristiana que me habían transmitido de pequeño, comenzaron a incrementarse las preguntas en mi mente y en mi corazón de joven recién estrenado. Acudía a quienes tenía más cercanos: sacerdotes, profesores, tal vez a mis padres… Reconozco que mis preguntas, que eran dudas, ganas de saber, “cosas” que no veía claras o no entendía, podían ser complicadas, rebuscadas, “raras”; puede que traspasaran los límites de los conocimientos habituales, imprescindibles, heredados, suficientes para llevar una vida cristiana “normal” en un joven de mi edad. Tengo que admitir que pocas veces mis interrogantes quedaron medianamente resueltos. Predominaba una respuesta muy genérica: “Doctores tiene la Santa Madre Iglesia que te sabrán responder”. Por supuesto, nunca me dieron los nombres de dichos “doctores”, ni lógicamente su dirección o teléfono para poder contactar con ellos y resolver mis demandas, a veces un tanto angustiosas. Con el paso de los años tuve que buscarme, yo solito, la identidad y “residencia” de aquellos misteriosos doctores que todo lo sabían y no admitían duda alguna, nadando en el campo de las certezas teológicas.
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